A esta conclusión han llegado Jakob Pietschnig y sus colegas tras analizar más de una treintena de estudios que involucraron a cerca de tres mil personas, sin encontrar evidencia alguna de que esa música influyera, al menos, sobre la capacidad de representación espacial.
Desde que en 1993 la psicóloga estadounidense Frances Rauscher anunció que las composiciones del compositor austríaco mejoraban el coeficiente intelectual, muchas familias se han esforzado en que sus hijos, incluso antes de nacer, escuchen música de Mozart. Sin embargo, el nuevo estudio parece confirmar que el llamado «efecto Mozart» es sólo una leyenda urbana. «Recomiendo a todo el mundo escuchar la música de Mozart, pero la esperanza de que con ello aumenten sus capacidades cognitivas es en vano», ha señalado Pietschnig.
