
Cómo sabemos la prostatitis es la infección o inflamación de la glándula prostática, la glándula masculina por antonomasia.
La incidencia, frecuencia y prevalencia de esta enfermedad aumenta a medida que pasan los años, la posibilidad de que un varón tenga prostatitis aumenta con su edad.
Esta afección produce un sin número de síntomas urinarios bajos entre los principales: deseo imperioso de ir al baño, aumento de frecuencia miccional, necesidad de levantarse por las noches, disminución del flujo miccional, y en ocasiones retención urinaria aguda. Sin embargo debemos mencionar que los síntomas urinarios bajos no son exclusivos de esta enfermedad y se debe considerar ello al momento de realizar la presunción diagnóstica.
Adicionalmente a los síntomas urinarios esta enfermedad se acompaña de dolor en distintas partes del cuerpo como la zona perineal, escrotal, peniana y púbica, conocido como dolor pélvico crónico. La esfera sexual se ve también comprometida produciendo disfunción eréctil o eyaculación precoz, dolor al eyacular; y muchas veces la ansiedad y estrés son notorias en el varón que la padece por mucho tiempo.
Cuándo tenemos un paciente con prostatitis es meritorio definir si estamos frente a una infección o no; y es ahí donde la prueba de los cuatro vasos (prueba de Stamey Meares) es fundamental para discernir la presencia de bacterias. También es necesario resolver cuestionarios de dolor y de síntomas urinarios con el fin de objetivar el padecimiento, herramienta útil tanto para el diagnóstico como para el control del tratamiento.
Las pruebas de imágenes como la ecografía y el antígeno prostático son de utilidad y siempre serán indicadas de rigor en varones de más de 50 años.
¿Cuan útil es la cistoscopia en la prostatitis?
El diagnóstico de la prostatitis es eminentemente clínico, es decir se basa en la sintomatología del paciente y en la presencia o no de bacterias. La cistoscopia cumple un rol fundamental cuando la sintomatología persiste en el tiempo, cuando el flujo urinario está comprometido y ha sido comprobado con una adecuada uroflujometría, ante la presencia de sangrado visible o no visible, y ante la sospecha de cáncer de vejiga concomitante.
El examen permite inspeccionar la vía urinaria inferior en tres etapas: una primera etapa en la cual se visualiza la uretra anterior, una segunda etapa en la cual se visualiza la uretra prostática y la parte interior de la próstata; y una tercera etapa en la cual se visualiza la vejiga en su totalidad.
Desde el punto de vista de la próstata el examen proporciona adecuada información sobre la estructura anatómica interna de la misma, describiéndose adecuadamente el verumontanum, la presencia de los ductos eyaculadores, la columna derecha izquierda de los lóbulos prostáticos laterales, la elevación del cuello vesical, el grado de obstrucción producido por los lóbulos prostáticos y la presencia o ausencia de un lóbulo medio. La cistoscopia puede darnos información sobre sangrado activo, presencia de infección activa en forma de pústulas y cálculos en las paredes de la próstata, y eritema o inflamación de la glándula en su interior. Sin embargo no nos da información que permita diferenciar los distintos tipos de prostatitis, los cambios irritativos locales son observador dependientes, no siendo fidedignos al momento de dar un diagnóstico definitivo de prostatitis.
La cistoscopia es útil siempre y cuando se realice con una adecuada indicación.
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